El aceite de oliva virgen extra es un producto natural, sin conservantes añadidos, por lo que como cualquier alimento se irá deteriorando con el paso del tiempo, perdiendo propiedades positivas como los antioxidantes o sus bajos índices de acidez, que poco a poco se irán incrementando. Es lo que se conoce como proceso de “enranciamiento”.

El tiempo que tarde en generase este proceso depende de múltiples factores, como la variedad de la que esté hecho el aceite de oliva virgen extra; el proceso de elaboración; el momento de la recolección de las aceitunas utilizadas en su elaboración y, por supuesto, de todos estos factores combinados con el modo de conservación.

Aún así, si nos fijamos en los envases al comprar el aceite, podemos encontrar jugos de oliva con una fecha de caducidad que se prolonga hasta los dos años. Durante todo este tiempo el producto irá perdiendo sus propiedades pero en ningún caso –salvo circunstancias extremas- su consumo implicará riesgo para la salud.

En cualquier caso, la producción de aceite de oliva virgen extra se realiza cada año en otoño, por lo que siempre será más recomendable consumir un producto elaborado en la temporada, que presente en sus envases información detallada sobre la variedad utilizada para su elaboración y sobre su fecha de consumo preferente, como lo puedes encontrar en todos nuestros productos.